Estos son dos granitos de arena para intentar, desde la poesía, promover entre los adolescentes el rechazo de relaciones que puedan generar la violencia de género. Quizás un simple poema no sirva para nada, pero si al menos a un lector adolescente le hace pensar en que es no son posibles ni deseables otras maneras de amar que no sean estas, habrá merecido la pena. Y si hay aunque sea una adolescente a la que esta lectura sirva para reivindicar un amor no posesivo, justo, verdadero, también me doy por satisfecha.
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